Harry Dickson no es Sherlock Holmes... pero casi
El pulpo negro (La pieuvre noire, 1933)
Autor: Jean Ray
Serie: Harry Dickson n° 10
Edita: Júcar, Barcelona, 1972
Sin Sherlock Holmes, Harry Dickson no existiría.
Y lo decimos no solo porque sea una obvia inspiración (como es en el caso de Sexton Blake o el primer Nick Carter) sino porque originalmente Dickson ERA Holmes. Un Holmes pirata, eso sí.
La aparición del detective de Arthur Conan Doyle fue un fenómeno literario cuando apareció por primera vez a finales del siglo 19. En todo el mundo no solo se editaron las historias originales, sino que, llegado el momento en que éstas se acabaron, no faltó quien se dedicara a escribir y publicar relatos apócrifos para seguir exprimiendo al personaje (claro está, sin que Conan Doyle recibiera un centavo).
Esto fue lo que pasó en Alemania en 1907 donde la editorial Verlaghaus für Volskliteratur und Kunst comenzó a sacar la revista Detektiv Sherlock Holmes und Seine Weltherünten abenteuer (algo así como Los Casos más famosos de Sherlock Holmes). Por supuesto, en cuanto lo supieron, los abogados de Conan Doyle amenazaron con querellarse y los editores, a partir del número 11, le cambiaron el nombre a la revista por Aus dem Geheimakten des Weltdetektivs (Los archivos secretos del Rey de los Detectives). Pero sin embargo, adentro de la revista, el protagonista seguía llamándose Sherlock Holmes, si bien su compañero no era el doctor Watson, sino un joven llamado Harry Taxon. La serie duró 230 números hasta 1911 y tenía unas ilustraciones de lo más imaginativas hechas por Alfred Roloff, que hacían ver al material mucho más interesante del o que era en realidad. Esta serie se llegó incluso a editar en España allá por 1914 (y ha tenido recientemente una reedición en dos volumenes de algunas de sus historias).
Años después, en diciembre de 1927, la editorial holandesa Roman-Boek-en-Kunsthandel se decidió a traducir algunas de estas novelas alemanas al flamenco. Eso sí, para no tener problemas legales, le cambió el nombre al personaje: el británico Holmes le cedió el lugar protagónico a Harry Dickson de Americkansche Sherlock Holmes (Harry Dickson, el Sherlock Holmes americano) como ahora se llamaba la serie. Harry Dickson era ahora el detective y el ayudante dejaba de llamarse Harry Taxon (pa no confundir) y se convertía en el joven Tom Wills.
¿Confundidos? Esperen, que todavía no termino...
En 1928, el editor belga Hip Jansenss, viendo que la edición flamenca vendía bien, contrató al escritor Jean Ray para que tradujera la serie al francés. Así, la versión francesa, llamada Harry Dickson, le Sherlock Holmes Americain, comenzó a publicarse en 1929 y duró 178 números hasta abril de 1938.
Peor Jean Ray se cansó de traducir tal cual las novelas originales, que le parecían más malas que pegarle a tu mamá con un látigo, y decidió directamente escribir desde cero las novelas, usando del original solo el título, las ilustraciones de Roloff y (a veces) alguna premisa del argumento primigenio.
En las manos de Ray (conocido por sus obras de literatura fantástica y que llegó a publicar en Weird Tales, una cosa casi increíble en esos tiempos para un extranjero no residente en Estados Unidos), Dickson comenzaría a pelearse con científicos locos, dioses aztecas, momias babilónicas, asesinos seriales bebedores de sangre y la mar en coche.
Estas aventuras le dieron una popularidad enorme al personaje que también apareció en radio, historietas y estuvo por convertirse en una película dirigida pro Alain Resnais. En España durante la década de 1970, la editorial Júcar tradujo por lo menos 30 títulos de la serie (¿alguien sabe si hubo más?) escritas por Ray. La novela que reseñamos a continuación (tras este enorme prólogo) es una de ellas.
En El Pulpo Negro, Dickson irá a investigar la aparición de un pulpo gigante en un lago perdido en Escocia y la coincidente muerte de un naturalista local. Terminará enredado en un plan alemán para extraer diamantes de una mina abandonad de la zona, usando criminales como mineros de descarte. Sí, así de enrevesado.
La novela se lee fácilmente, tiene momentos extraños y lo único que da lástima es que el dichoso pulpo sea en realidad un submarino que transporta hombres y diamantes desde y hacia Alemania, en vez de algo más fantástico. Uno esperaba lago mejor y ese final como que defrauda un poco tras la construcción previa, que te agarra de los cojones y no te suelta.
Nada mal, la verdad: en cuanto halle más aventuras del Sherlock Holmes americano, habrá la subsecuente reseña.
5 comentarios
roberto -
Y yo diría que hay como una cierta sensibilidad común entre todo lo que usted nombra.
C. Rancio -
http://www.flickr.com/photos/fotos_rancias/sets/72157594552455723/
Por cierto que yo a Harry Dickson con lo que le veo muchas concomitancias con los seriales del cine mudo, con Feuillade y el primer Lang.
roberto -
Malpertuis: comparto plenamente con usted. A mi la novela problema es que me deja bastante frio (si se fija no he reseñado casi ninguna de ellas) pero el buen pulp fantástico (como es el caso) me deja con la cabeza volada. Y la comparacion con Dyland Dog y martin Mystere no viene nada mal , ya que estamos.
Malpertuis -
Recuerdo que la primera vez que leí las novelitas me quedé alucinado: vampiros, hombres lobo tibetanos, organizaciones criminales mundiales (la "Banda de la Araña"), robots y todo tipo de artilugios asesinos, dioses hindús de cultos casi extinguidos...
Si todo esto les suena a James Bond o Indiana Jones han acertado. Añadan algo (bastante) de misterio sobrenatural, al estilo de los cómics de Dylan Dog o Martin Mystère (que deben mucho a Dickson)... et voilà! Diversión asegurada!
higronauta -